Reseña: Doctor Strange in the Multiverse of Madness acentúa el problema de dirección de Marvel
La vigésimo octava película del Universo Cinematográfico de Marvel es emocionante, cómica e ingeniosa, de manera aleatoria e inconsistente.
La vigésimo octava película del Universo Cinematográfico de Marvel es emocionante, cómica e ingeniosa, de manera aleatoria e inconsistente. La película del aclamado director Sam Raimi también es prueba de que Marvel Studios y su productor/capitán Kevin Feige enfrentan un serio problema en el departamento de dirección, si es que en este punto existe alguno.
Para la nueva entrega en la cuarta fase del MCU, Marvel Studios reclutó al aclamado cineasta, Sam Raimi. Su vasta experiencia en el lanzamiento del género moderno de superhéroes con Spider-Man(2002) y su inclinación hacia el cine de terror parecía ser -al menos en papel- la fórmula perfecta para esta entrada, la cual prometía locura en forma de un villano inesperado y apariciones sorpresas que harían referencia a ese mismo período que vio el nacimiento del subgénero a principios de los dos mil y que hoy domina la taquilla con poca o ninguna competencia. Para sorpresa de muchos, incluyendo a este crítico, Dr. Strange in the Multiverse of Madness se siente como una película altamente modificada en post producción con el fin de remover el toque distintivo de un director que nunca debió ser cortejado para este proyecto.
¿Se habrá arrepentido Marvel de sumergirse completamente en el multiverso? La decisión de poner marcha atrás a un proyecto de tal ambición es un tema para otro momento, más crea paralelos con proyectos como Fantastic Four (2015) mientras le aleja de su predecesora en temática, Spider-Man: No Way Home (2021). La primera, es de conocimiento general, fue un infierno de producción que concluyó con “reshoots” extensos que cambiaron por completo la dirección y tono de la historia. No Way Home, por su parte, puso el pie en el acelerador con el regreso de Tobey Maguire y Andrew Garfield como variantes de Peter Parker, abriendo el MCU a una infinidad de oportunidades que habrían guiado a su fans por el anhelado camino de la nostalgia.
El resultado es una película carente de esa locura para la que un largometraje y dos series de Disney+ nos habían preparado. De hecho, cuando arranca Multiverse of Madness, queda poco o nada del efectivo arco de Wanda Maximoff en la serie WandaVision. Su transformación en la popular serie de Disney+ queda completamente eclipsada por una decisión que, sin entrar en detalles, habría sido más genuina de haberla visto llegar ahí. Al final, lo que nos queda de Wanda es la versión trillada y anticuada de un personaje femenino motivado por su deseo de ser madre. Es la actuación de Elizabeth Olsen lo que finalmente logra que sus acciones en esta película sean creíbles, pero no la exime de sus pecados.
Por momentos- aunque muy escasos- la película permite a Sam Raimi jugar con sus juguetes, regalándonos algunos de los momentos más violentos de esta franquicia cinematográfica. También está presente el tono exagerado o “campy” de otras películas de su catálogo como Army of Darkness (1992) y Drag Me to Hell (2009), pero se siente perdido en un Frankenstein de película que salta de una secuencia visceral y visualmente estimulante a otra completamente “flat” e inconsecuente. En momentos, parecería que Raimi lo hace a propósito, como reaccionando a la anticipación de otros universos en los que Stephen Strange (Benedict Cumberbatch) y compañía descubrirían variantes de personajes que ya conocemos. En su lugar tenemos chistes sobre cómo en este universo las luces del semáforo están invertidas o como en otros la comida es gratis para todo el mundo, acompañado de un cameo de Bruce Campbell (Evil Dead, Army of Darkness) como un guiño al público.
Las variantes que sí conocemos (muchas de ellas reveladas en la publicidad), nos honran de forma fugaz pero satisfactoria. El regreso de Patrick Stewart como el profesor Charles Xavier (revelado en trailers) parece confirmar que los X-Men están a punto de debutar en el MCU. Por otra parte, la reacción a Captain Carter confirma que los fanáticos están listos para ver a este personaje transicionar del formato animado a la pantalla grande.
La emoción de algunas de estas sorpresas se pierde entre las decisiones del guionista Michael Waldron, quien ha convertido a Wanda Maximoff en una villana cuyas acciones son indefendibles. Tampoco ayuda que Raimi, según su propia admisión, no haya hecho su asignación de ver WandaVision antes de embarcar este proyecto.
Esta troleada de proporciones épicas habría funcionado mejor de la película abrazar a Raimi como visionario, en lugar de echarlo a un lado. Es el resultado repetitivo de un ejercicio que Marvel debe descartar. El MCU no necesita directores con visión, sino cineastas que vayan a la par con el plan a largo plazo de Feige, el arquitecto de la franquicia más rentable en la historia del cine.
Puntuación: 5/10