Es fácil olvidar que el cine, al igual que el teatro, conciertos, y eventos deportivos, también puede ser considerado una experiencia colectiva. Si bien el arte tiene un impacto único y personal en cada individuo, la experiencia de ir al multiplex lleva en su ADN una característica que comparte con estas otras destrezas, la cual queda amplificada con la reacción comunal que provoca esta experiencia multisensorial. Más ahora que nunca, el cineasta y el estudio se aferran a esta reacción -usualmente exclusiva de esas primeras funciones- para catapultar sus propuestas a lo que hoy se cataloga como un evento cinematográfico.
Deadpool & Wolverine, la más reciente entrada en el Universo Cinematográfico de Marvel, o el MCU por sus siglas en inglés, es una cinta cuyo propósito principal es provocar reacciones, una tras otra, capaces de distraer de sus fallas y de lograr hacer pasar una película mediocre como un evento imperdible. Esto, me tocó entender dentro de una sala repleta de fanáticos eufóricos durante dos horas, es también un tipo de arte, pero condicionado a su ejecución.
Ryan Reynolds, capitán de este barco desde la primera cinta en 2016, debuta en el MCU con el humor que ya lo ha venido caracterizando la pasada década. Es meta, grosero, y en ocasiones muy obvio. Es común que cuando vas a la velocidad de 10 chistes por minutos, muchos de ellos no den en la marca. Esta es una debilidad que Deadpool & Wolverine comparte con las primeras dos películas, las cuales rayan justo en la línea de tratar demasiado. Afortunadamente, esta vez Reynolds cuenta con un experimentado actor dramático en Hugh Jackman, capaz de traerlo de vuelta a la Tierra cuando intenta volar muy alto. Jackman, quien lleva casi 25 años interpretando a Wolverine, añade nuevas dimensiones a un personaje que alcanzó su punto más alto en Logan (2017), pero que demuestra que aún le queda gasolina en el tanque.
La química entre ambos es fenomenal, sus enfrentamientos desenfrenados y sangrientos, pero es la profundidad que les brinda el guión el verdadero gancho de izquierda de esta película. No importa en qué universo, estamos hablando de dos personajes marginados que no juegan bien en equipo. Aquí, circunstancias poco elaboradas y confusas para el que no esté familiarizado con la serie de Loki los han forzado a trabajar juntos. Aunque da gusto verlos compartir pantalla, el guión toma muchos atajos para llegar ahí. Atajos que hasta la propia película reconoce mediante la habitual ruptura de la cuarta pared.
El elemento meta sigue presente, por supuesto, y hasta señala algunas de las fallas que han debilitado la marca de Marvel en los últimos años. Por eso resulta irónico y hasta decepcionante ver como esta película decide emplearlas sin ningún tipo de recompensa o comentario adicional. La villana, interpretada por Emma Corrin (The Crown), resulta tan genérica como algunos de los villanos más débiles del MCU, mientras que algunas secuencias de acción se sienten vacías y carentes de una justificación que vaya más allá de ver a los dos titulares enfrentarse hasta el cansancio, literalmente.
Tal y cómo se había anticipado, las sorpresas no faltan en esta película, más no son lo que un cinéfilo cauteloso habría anticipado. Reynolds, el director Shawn Levy y sus guionistas recurren al homenaje en lugar de la burla en lo que resulta ser una celebración de algunos de los superhéroes que se abrieron paso en el cine cuando el MCU aún no existía. En lugar de reducirlos a un cameo glorificado, el guión de Deadpool & Wolverine los involucra en su trama y hasta le provee la oportunidad de brillar en la pantalla grande, una vez más, antes de que el MCU se encargue de re introducirlos con otro actores. Su presencia en esta película es la inyección de nostalgia que ha comenzado a definir al subgénero de superhéroes en el cine, y uno que vale la pena estudiar pues parece estar aquí para quedarse.
Todo arte debe ser analizado en contexto, incluyendo trasfondo histórico e intención. Partiendo de ahí, la película Deadpool & Wolverine cumple con lo que se propone, lo cual es simple: provocar una reacción colectiva imposible de replicar en la sala de tu hogar. Es una película diseñada para disfrutar en una sala de cine repleta de fanáticos, nada más, nada menos. Exigirle algo distinto a este junte entre el mercenario sin filtro de Marvel y uno de los personajes más queridos de la era de superhéroes de 20th Century Fox es ignorar el contexto y el entorno en que fue concebida una idea que, en papel, suena descabellada… porque lo es.
Puntuación: 6.5/10
Deadpool & Wolverine se exhibirá desde el jueves, 25 de julio en las salas de cine de Puerto Rico.